Sibilino es el canto del instante fugaz en el sempiterno umbral de lo antiguo. De la intuición, que gravita en el vuelo de las hojas de éste otoño.
El hilo rueda en la rueca de las Moiras y el misterio queda libre, al abrirse la losa que sepulta las horas. En el fondo, resplandecen las aguas negras del río Estigio y la barca sin remos de Caronte, que navega en la distancia, retrocede sumergiéndose en el Hades, al compás de cada nota musical. Mientras tanto, un lecho de espuma blanca se extiende a lo largo de la playa de la isla de Mallorca. De ella se elevan diez figuras femeninas que mientras avanzan por la arena unifican de nuevo sus voces en el canto, sorteando los abismos del pasado.
Pitia, La Sibila délfica dirige una mirada de soslayo a Amaltea, la Sibila de Cumas, su rostro se alisa tras numerosos años de encantamiento que la encarcelaron en una vejez perpetua. Se deshace su gesto autoritario mientras ambas se sonríen augurando el misterio exento de miedos. La Sibila Eritrea, deja en suspenso el pasar de las hojas del libro, fuente de su inspiración. Brillan sus rostros, sabedores, que son realidad las maravillas que percibieron más allá de las propias premoniciones caóticas.
En el silencio de la sala, la voz blanca se alza desde el presbiterio. Vuela libre en un destino que, al fin, le ha sido propicio, mientras la figura blanca de luna de una mujer incita a contemplarla en la hipnosis de su canto.
2/7/13
Muy bonito Pilar!, que tu semana sea buena así que tus palabras un abrazo
21/7/13
Un placer encontrarte, Maripi.
Abrazos.
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Dime, te escucho...