Algo incomprensible frente a aquello en lo que sólo cabe el castigo ejemplar, abre la puerta a la miseria moral por la que la inocencia se pierde, sumida en la locura de saber. Un fondo desconcertante, al que se accede a través de un bosque de símbolos, impregna los rincones, envolviendo la pretendida autoafirmación de lo humano en la niebla de una noche prehistórica por donde circulan negros fantasmas. Para lograr subsistir, hace falta adaptarse a un nuevo universo y exorcizar-los, entre los embates y las convulsiones de una crueldad adquirida, mientras se aprende a olvidar evolucionando de lo tosco y bárbaro a la transfiguración engañosa de lo refinado, que posibilita vocaciones.
Ecos lejanos, 40
Hace 1 día
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Dime, te escucho...