Cuando todo era campo, el páramo de ausencias no existía. La luciérnaga relampagueaba confiada. Las casas abrían sus ojos asombrados. Las espigas y las amapolas latían al unísono, abrazadas. Las viñas crecían, ufanas, por doquier.
A veces me pregunto dónde fue a parar el retazo de azul, de cuando todo era campo. Tal vez se cayó en el hoyo de la sombra.
27/5/14
Si se cayó en el hoyo de la sombra tu lo rescatas con tus palabras! Precioso el texto!
5/7/14
¡Gracias, Marta!
1/1/15
Y gracias del transcurrir de las horas que dejan renacer ése azúl añorado. Abraçades!
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Dime, te escucho...