Salimos, incompletos, al mundo exterior. Atrás queda el cobijo y la manta de sueños que lo cubría, manteniéndonos ocupados desde el nacimiento, tras la llamada de la manipuladora ilusión. Una luz se proyecta, sobre la sábana blanca de realidad creada por los cinco sentidos, mientras nuestros yo entran en conflicto al perderse en eruditas tesituras, inertes y sin sentido. Es entonces cuando, sin darnos cuenta, utilizamos el interior, además de los sentidos, para observar la intemperie. Al poder apartar la vista de la pantalla, percibimos cuan manipulable es la ilusión objetiva y nos alejamos hacia adentro. La hiedra trepa, selvática, cubriendo las paredes exteriores. Fuera, cae la nieve.
Y aún dicen
Hace 1 día
3/4/13
Cálido cobijo que nos empuja hacia el mundo donde está la verdadera realidad y no precisamente pintada de colores, amiga Pilar. Hermoso relato de una gran calidad literaria, como siempre.
Una Abraçada
Fina
3/4/13
La verdadera realidad, tan cercana y lejana, tan fácil y difícil de percibirla, tan cromática, tan neutra...
Gracias por la valoración positiva del texto.
Petons, maca!
17/4/13
Molt ben aconseguit.
27/4/13
Gràcies, Olga.
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Dime, te escucho...