Porque hoy es Santa Lucía,
día del año glorioso,
alrededor de la Plaza Nueva
rondaba con mi amor.
-Vamos los dos a la feria,
amiga, vamos allá temprano,
que un poco de montaña
alegre nuestra tristeza.
Compraremos puñados de musgo,
y una enramada de madroño,
y una blanca molinera,
y una oveja y un pastor.
Lo pondremos al mediodía
en nuestro comedor,
y antes de sentarse a la mesa
ambos lo contemplaremos;
que un poco de montaña
nos haga la comida más dulce!
- Porque hoy es Santa Lucía,
día del año glorioso,
tales palabras se  me ocurren
cuando he visto a mi amor.
(Josep Maria de Sagarra)

El frío queda preso en las calles y camina bajo las múltiples bombillas que pronto estallarán en diversas formas y colores. Pasan los días con paseos interminables por encima de las alfombras doradas que ha extendido el otoño, recorriendo lugares suficientemente conocidos por la memoria, buscando un número escaso de rincones únicos que cuesta reconocer entre los brillantes escaparates. Donde se pueden comprar recuerdos, sueños, ilusiones o cajas para guardar el eco de la infancia? Responde el silencio, con calidez, mientras se llena el espacio de sonrisas, de luz, de alboroto, de idas y venidas, de prisas ... Los ojos observan curiosos hasta que, de repente, una música diferente a la de las huellas sobre las hojas llega, asómata, al oído. Alguien canta un villancico y, complaciente, siguiendo el murmullo de un sueño, entono la antigua letra.