- A los cinco años ya sabía nadar. Me enseñó papá. Es teniente de navío en la Marina y cuando le den permiso vendrá a rescatarnos. ¿Qué es tu padre?
Piggy se sonrojó al instante.
- Mi padre ha muerto - dijo de prisa -, y mi madre... Se quitó las gafas y buscó en vano algo para limpiarlas.
- Yo vivía con mi tía. Tiene una confitería. No sabes la de dulces que me daba. Me daba todos los que quería. ¿Oye, y cuando nos va a rescatar tu padre?
- En cuanto pueda.
.......................
- Tiene que formarse un grupo especial que cuide del fuego. Cualquier día puede llegar un barco - dirigió la mano hacia la tensa cuerda del horizonte -, y si tenemos puesta una señal vendrán y nos sacarán de aquí. Y otra cosa. Necesitamos más reglas…
(William Golding: El señor de las moscas)
Imaginemos que la vida es un borrador. Que no conocemos la negación y el miedo que nos provoca el esqueleto de la historia. Que podemos reescribir lo que hemos vivido y no nos ha gustado. Que somos capaces de eliminar los errores cometidos. Que tenemos la oportunidad de abolir unas normas preceptivas y restrictivas para establecer otras. Que somos libres de “la dictadura” de los padres. Que no percibimos el poder de las cosas materiales.
Tenemos la costumbre de pensar que, si eso fuera posible, todo sería diferente, como si lo que vivimos dependiese solo de uno mismo; olvidando que el mundo está lleno de seres únicos...¿Por qué nos gusta jugar a engañarnos?
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Dime, te escucho...