¿De qué se nutre la nostalgia?
Uno evoca dulzuras
cielos atormentados
tormentas celestiales
escándalos sin ruido
paciencias estiradas
árboles en el viento
oprobios prescindibles
bellezas del mercado
cánticos y alborotos
lloviznas como pena
escopetas de sueño
perdones bien ganados
pero con esos mínimos
no se arma la nostalgia
son meros simulacros
la válida la única
nostalgia es de tu piel.
(Mario Benedetti: Poemas del Alma)
Uno evoca dulzuras
cielos atormentados
tormentas celestiales
escándalos sin ruido
paciencias estiradas
árboles en el viento
oprobios prescindibles
bellezas del mercado
cánticos y alborotos
lloviznas como pena
escopetas de sueño
perdones bien ganados
pero con esos mínimos
no se arma la nostalgia
son meros simulacros
la válida la única
nostalgia es de tu piel.
(Mario Benedetti: Poemas del Alma)
Probablemente me cueste volver de los pequeños detalles que han dibujado la clave de sol en el pentagrama intemporal y roba corazones vivido los últimos días...Me han arrebatado la voluntad, las sensaciones vividas al contemplar la naturaleza y la historia dialogante y entrelazándose, en unas combinaciones desconocidas, con libertad cautivadora. Me ha ensisado El Valle del Loira.
La noche traía el sueño, arropado por la lánguida voz de la cantante. Las largas alfombras de viñas colocadas en fila, te invitaban a reseguirlas. Los castillos, que se multiplicaban por doquier, te ofrecían la posibilidad de adentrarte y cruzar el laberinto de historia y leyenda que atesoran; como la de la salamandra que sobrevive al fuego que me abrió el recuerdo de Mercè Rodoreda. El río donde el sol se ponía, con un estallido cobrizo, todavía hace que me restriegue los ojos incrédulos. La levitación lenta y cadenciosa de los globos aerostáticos amueblaban los atardeceres. Las poéticas "fleurs du soleil", insolaban el valle. El sorprendente verde del Atlántico borraba la prisa. El paseo en balandro en Tours dio alas el espíritu al compás del rumor del agua.
El reencuentro traidor e inesperado con el olvido, en la Catedral de Orleans, difuminó las imágenes confundiéndolas en un mar de incógnito; suerte de los helados de chocolate con naranja...La lluvia, repuesta y persistente, con qué nacía el día daba lustre el follaje y barnizaba los troncos de los árboles y el suelo, mientras los pájaros gorjeaban alegres.
El re descubrimiento de París abrió un inolvidable panorama a los ojos. Me pierdo en multitud de recuerdos que poco a poco se liberarán y se escurrirán entre añoranzas de lo que no he vivido. Mejor me siento y espero que el inconsciente me vuelva a habitar.
La noche traía el sueño, arropado por la lánguida voz de la cantante. Las largas alfombras de viñas colocadas en fila, te invitaban a reseguirlas. Los castillos, que se multiplicaban por doquier, te ofrecían la posibilidad de adentrarte y cruzar el laberinto de historia y leyenda que atesoran; como la de la salamandra que sobrevive al fuego que me abrió el recuerdo de Mercè Rodoreda. El río donde el sol se ponía, con un estallido cobrizo, todavía hace que me restriegue los ojos incrédulos. La levitación lenta y cadenciosa de los globos aerostáticos amueblaban los atardeceres. Las poéticas "fleurs du soleil", insolaban el valle. El sorprendente verde del Atlántico borraba la prisa. El paseo en balandro en Tours dio alas el espíritu al compás del rumor del agua.
El reencuentro traidor e inesperado con el olvido, en la Catedral de Orleans, difuminó las imágenes confundiéndolas en un mar de incógnito; suerte de los helados de chocolate con naranja...La lluvia, repuesta y persistente, con qué nacía el día daba lustre el follaje y barnizaba los troncos de los árboles y el suelo, mientras los pájaros gorjeaban alegres.
El re descubrimiento de París abrió un inolvidable panorama a los ojos. Me pierdo en multitud de recuerdos que poco a poco se liberarán y se escurrirán entre añoranzas de lo que no he vivido. Mejor me siento y espero que el inconsciente me vuelva a habitar.
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Dime, te escucho...