Suena Ben Webster
entre el ruido olvidado
de las voces.
Escuchando tras los vidrios,
lame campanadas
que tañen blues de humo,
ebrio de los reflejos de sí mismo,
lo imprevisible.
Atrincherado en la altura,
gana terreno,
ladea sus alas.
Los ojos de recuerdos
desvistiendo,
ausencias en la garganta
libando.
En la distancia, las horas muertas
laten al unísono,
compartiendo música y Blody Mary.
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Dime, te escucho...