La luna de la cosecha avanza en la oscuridad, mientras el equilibrio equinoccial marca la templada luz diurna. La magia no explicitada impera en el entorno. La alegría se descubre en los escollos de lo cotidiano, cuando los colores marrón y rojo visten a Mabón.
Se dibuja la metáfora, modificando la realidad de un mundo interior que se desnuda.
La rueda gira, cambiando los colores y apaciguando las voces, sin conexión aparente, que me llenan el pensamiento. Este, queda a la espera de dos lunas más, la luna de luto y la luna de la noche larga, que me llenan de secretos.
9/2/13
Muy bien alabada la luna por tus palabras, Pilar. Imagino la luna profundamente.
Un beso.
10/2/13
La luna tan cambiante, tan mentirosa...Un abrazo, indianala.
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Dime, te escucho...