Encontrada en la red
El reloj de sol marca el tiempo inexistente en la fachada del antiguo palacio rural, mientras los viñedos abren paso al primer concierto de música hasta la Plaza de la Torre. El silencio de la noche, dulcemente roto por el alboroto colorista de quien asiste, se funde con la belleza natural y arqueológica de Torre-Ramona, en Subirats. La luz tenue y los sonidos intensos estimulan los sentidos. Un piano, una voz y una trompeta, juegan a fusionarse en la intimidad del espacio. Los instrumentos son voces y la voz, abandonando lo establecido, vaga libre con alas prestadas por la improvisación y se transforma en melodía instrumental. Se encuentran a medio camino, mientras las cabezas se mueven al unísono, en las filas de sillas, siguiendo el ritmo. Los aplausos, como disparados por un mismo resorte, son los únicos que hablan en cada actuación en solitario. El silencio sigue imperando. Nadie dice nada, más allá de los instrumentos. Así, concentrada en la imagen, me devuelve la noción de las cosas el fuerte aplauso que marca el fin del concierto, que se alargó unos minutos más con un bis.
Una copa de cava, con la sugerencia transgresora de probar el preciado líquido mezclado con un trocito de melocotón, fue el final de un maridaje perfecto de viña y jazz.
30/5/12
Mil gracias por concedernos el privilegio de ser testigos de la suprema belleza de tus letras sensible poetisa. Muchos besinos de esta amiga admiradora.
31/5/12
Ozna-Ozna. Bienvenida. La sensibilidad me la regala el entorno. Ese acento que tienes me encanta. Lo escuché mucho el pasado año por tierras asturianas. Que paisaje!!! Gracias.
3/6/12
Fragancias y sabores al son del corazon como cristales femeninos.
cariños
8/6/12
Indianala. Gracias por tu visita y tu comentario. Petons!
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Dime, te escucho...