Me enojé, en un primer momento, con aquel espontáneo que se coló en la foto. Mireia posaba graciosamente en el momento de enfocarla…Al apretar el botón para inmortalizarla, apareció el Papa Noel borrachín, invadiendo un espacio que no le pertenecía. Al darse cuenta de mi enfado, salió tan deprisa como pudo de nuestras vidas.
Por suerte no seguí el impulso de borrarla. Al descargar el reportaje en el ordenador y comprobar que Mireia salía preciosa en todas las imágenes, se me prendieron los ojos en el comparsa tramoyista y la insólita imagen conseguida.
Se me ocurrió que sería buena idea presentar la foto en el concurso de fotografía, que promovía la asociación de vecinos del barrio, y lo gané. El premio consistía en su publicación en una revista, que dio a conocer mis dotes fotográficas, ayudándome a profesionalizar lo que hasta entonces era un hobby.
Actualmente soy una fotógrafa reconocida en todo el mundo, a la espera que alguien me de cualquier referencia del espontáneo que me ayudó a hacer realidad mis sueños. ¿Dónde estará?
Seguro que duerme la mona en cualquier esquina, ajeno a lo que derivó de su acción.