Me espera cada tarde sentado en uno de los poyetes del muelle. Corro, entre los barcos pesqueros, ávida de asistir al retazo de vida que viviremos juntos entre la blancura y el azul de aquel decorado.
- Hola abuelo -le digo mientras le abrazo.
- Buenas tardes preciosa-me responde regalándome su sonrisa.
- ¿Qué historia me contarás hoy? ¿Tiene que ver con el mar?
- En cierto modo sí, Foix. Se podría decir que es donde todo transcurre. ¿Empezamos a imaginar?
- ¡Sí, abuelo! ¡Como me gusta hablar contigo jugando a imaginar!
- Imagina -empieza a decir-, un mar en calma.
- No me cuesta imaginarlo. Lo tenemos delante -respondo atenta a sus palabras.
- ¿Puedes ver los barcos de vela saltando entre las olas? -Dice señalando el horizonte- Unos van a la deriva y otros navegan como si tuvieran unas potentes brújulas que los guían.
- Sí -le respondo inmersa en la magia que nadie sabe crear como él.
- ¿Qué más ves?
- Que llegan a la línea del horizonte y desaparecen.
Mirándome a los ojos dice:
- ¿Sabes de qué quiero que hablemos hoy?
- Sí, abuelo. Del viaje de la abuela, ¿verdad?
- Sí, Foix.
- Naveguemos. ¡Inflemos las velas, capitán!
10/7/11
Nos has dejado una tierna historia Pilar, muy bonita.
Feliz semana amiga
11/7/11
Mari-Pi. Me alegra que te guste. Un abrazo. Feliaz semana.
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Dime, te escucho...