"Mayo, en Ayemenem, es un mes caluroso y de ansiosa espera. Los días son largos y húmedos. El río mengua y negros cuervos se dan atracones de lustrosos mangos sobre árboles inmóviles, de un verde polvoriento. Las bananas rojas maduran. Los frutos de las nanjeas estallan. Los despistados moscones zumban sin rumbo fijo en el aire afrutado y acaban estrellándose contra los cristales para morir, gordos y desconcertados, al sol.
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¿Quién era?¿Quién podía ser?
El Dios de la Pérdida.
El Dios de las Pequeñas Cosas.
El Dios de la Piel Erizada y de las Sonrisas Prontas.
No podía hacer dos cosas a la vez.
Si la acariciaba, no podía hablarle; si la amaba, no podía dejarla; si hablaba, no podía escuchar; si luchaba, no podía ganar.
Ammu lo deseaba con vehemencia. Su cuerpo lo añoraba con tal intensidad que casi le dolía.
Volvió a la mesa."
(Arundhati Roy: El Dios de las pequeñas cosas)
Desde un silencio lleno de palabras escritas, probablemente sordas en muchos momentos, pido que me abandone cualquier imagen falsa que me haya ocupado más de la cuenta. Ojalá que acepte que se aleje el dios que me creé a medida a causa de mi espíritu cansado ante muchos enigmas que creía sin solución y me desanimaron hasta el punto de querer esconder en un dios la desesperación que, aparentemente, me quitaba "cosas". Sonrío imaginando que el Dios comprensible, el de los pequeños pensamientos, el de los sentimientos gratuitos, ocupará el espacio del dios de sastrería.
20/11/10
Bonita evocación al mes de mayo.
Un abrazo
21/11/10
Es curioso que hayas asociado las palabras a un mes en concreto.
Gracias, Mari-Pi.
23/11/10
Me ha gustado tu reflexión sobre el controvertido y maravilloso libro de Arundhati Roy. Entre el pasado y el presente, una bella historia.
23/11/10
Gracias Almaes! Tus reflexiones tampoco tienen desperdício. Sonrío.
25/11/10
Me han hablado muchisimo de este libro, debere, finalmente, leerlo!
saludos,
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Dime, te escucho...