Al anochecer
Ojalá y cuando acabe el día lluevan palabras y que éstas detengan las agujas del reloj. Como hacíamos antes, a la vera del fuego o haciendo un corro en la puerta de casa, nos contaremos historias mientras Venus se hace visible y enciende la noche.

Un día cualquiera

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Día tras día, la Mujer Olvido, señala el camino incierto con sus huellas. Inquieta, insegura, los ojos hundidos en los pies. Ajena a todo lo que le rodea, tan sólo pregunta "¿dónde vamos ahora?". Utilizando la queja crónica como actitud vital, delegando obligatoriamente cualquier responsabilidad y rechazando su vida, ha dejado esparcida por casa una realidad ilusoria. La leche hirviendo que está fría porque no le quema los labios, el frío que hace en verano porque se mueven las hojas de las plantas al jugar con el viento, la falta de hambre porque no le gusta la comida o le cuesta tragar, la familia que no tiene porque la ha olvidado ... La enfermedad que padece, disfrazada de falta de memoria, además de distanciarle los pensamientos que luchan por salir de su cabeza, consigue que lo vivido se evapore en pompas de jabón que estallan apenas se elevan; como si tuviera fugas en el espíritu; como si alguien hubiera puesto aquí y allá los figurantes de una obra de teatro que aún está por estrenar. Se la ve tan frágil en el mar ondulado de daños irreversibles...
Avanza y parece prescindir de la presencia de la sombra que camina a su lado e intenta abstraerla de la confusión en que vive. Esta, sabedora de que la mayoría del tiempo no sabe qué pasa por su cabeza y cómo puede reaccionar, querría preguntárselo, pero el aire sin articular le estrangula la garganta y las palabras mueren en la punta de la lengua . Le basta con lograr, que el exceso de comprensión que le produce dolor de estómago viva en el anonimato, mientras sonríe mentiras. Observa la mujer que camina con cierta dificultad y se da cuenta que la mira sin parpadear, mientras se esconde tras la mirada de un niño perdido. Intenta captar su atención con el geranio de un balcón, el saludo de una persona conocida, la caída de la hoja de un platanero, las carcajadas de los niños que corren tras las palomas o el vuelo de los pájaros que cruzan el cielo sobrevolando sus cabezas, esperanzada que los ojos perciban algo más que el polvo y la suciedad del asfalto. A veces consigue que eleve la cabeza y le sonría convirtiendo los sinsabores en pequeñas victorias acompañadas de un mínimo de credibilidad. Asume que la conoce pero no sabe quién es, mientras la acompaña tratando que establezca puentes con la vida que un día perdió en un relámpago del tiempo. Deben acostumbrarse a enfrentarse a un mundo en el que no existen los medios que serían necesarios para ayudarla. Los resultados de las investigaciones se proyectan en un futuro utópico y cruel que borra la esperanza de los enfermos de Alzheimer.
Cuando va a buscarla a la residencia, la Mujer Olvido la recibe con muestras de cariño, cosa que la tranquiliza y confirma que se equivocaba al pensar que la encontraría triste y más desorientada. Al salir a la calle afronta de nuevo la pregunta de siempre: ¿qué tiene que hacer allí y por qué tarda tanto en recogerla? La respuesta, repetitiva, no calma del todo la inquietud de la Mujer Olvido que delira perjuicios, pero al cabo de un instante ya habrá olvidado dónde estaba y quién la iba a "rescatar" de aquel lugar, siempre desconocido, porque no se le puede quedar grabado en los recuerdos. Son varias las tareas que le impone y que, desgraciadamente, no evitan que se pierda en la espiral del tiempo. Nunca sabrá que incluso en el mundo indigno donde la ha cerrado su mente ha conseguido una amiga especial que, aunque está retrasada en el camino, la sigue. Esta, acompaña su salida con el silencio, la de ella será algo más tarde, cuando sus hijas lleguen.
En el mañana incierto recorrerá nuevamente el mismo camino, siempre desconocido; con las mismas preguntas, nunca recordadas; recibiendo las mismas respuestas. Si nadie lo detiene, se alejará por una calle, paralela que la empequeñece, hasta el punto que un día desaparecerá para siempre.


6 comentaris:

Un relato pulcro, tal como nos tienes acostumbrados,Beatriz, con un tema duro: el alzheimer, destructora e irreversible enfermedad a día de hoy y cada vez con mayor número de personas en edad avanzada que la padecen. Vivimos más años lo que implica que los índices aumenten. Conozco varios casos, a sus famílias, y se de su dolor.
Que voy a decir, tu has planteado muy bien con este relato la cruda realidad de muchas familias, amiga mía.

Una abraçada

Fina


Una enfermedad de las que nos queremos todos librar, un relato muy bueno, de los tuyos, con un abrazo


Disculpa por confundirte el nombre, Pilar, me acabo de dar cuenta ahora


Fina Tizón. Lo malo no es que haya personas en edad avanzada que padezcan la enfermedad, sino la edad en la que empiezan a padecerla. El Alzheimer es una demencia que no empieza en la vejez. Mi madre tenía 67 años cuando nos dimos cuenta que algo no iba bien, lo cual quiere decir que ya llevaba años desarrollándola. En la vejez hay otras demencias al margen del Alzheimer, las cuales sí se desarrollan en esa edad.
Por desgracia conozco bastante su desarrollo. Han transcurrido 14 años des de que empecé a conocerlo.
Gracias. Un abrazo.
No te preocupes por lo del nombre; no tiene la más mínima importancia, ya que no he dudado que me hablabas a mí.
Gracias. Petó!!!

Mari-Pi. Y de la que muchas personas se libran, afortunadamente. Yo espero que la vacuna que dicen empiezan a probar en humanos la desarrollen pronto y me pongan en lugares preferentes de la lista. Creo que los hijos de enfermos de alzheimer la estamos esperando en candeletas.
Gracias. Un abrazo.


Hola Pilar, me alegro de pasar por sus letras.
Entre esas dos lunas andamos muchos, cada cual con su sombra, pero viviendo en la esperanza que el equilibrio de lo que nos rodea no se rompa.
Con ternura.
Sor.Cecilia


Me alegra verla Cecilia. La luna projyecta su sombra, pero también nos baña con su luz. Tal vez sea ella el atisbo de esperanza.
Gracias por su tiempo. Un abrazo.


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