El baile fue ayer un rito reencontrado, alegre, suave y cadencioso, que creó un ambiente festivo y multicolor la mayor parte de la noche. Por un momento, fuimos sólo sentimientos y sensaciones llevados por los pasos de baile. Mi mano derecha se perdía en tu mano izquierda, mientras sentía a las espaldas tu otra mano. Mi mano izquierda y la cabeza descansaban, rutinariamente y con confianza, en tu hombro. Sabes que me gusta bailar. Sentir como la música me envuelve y se funde con mi cuerpo que sigue el compás del tuyo, fluyéndo. Siento como se armonizan los movimientos con cada nota que se adentra en mí y me convierte en marioneta.